"Se necesita una maestra de verdad, que ame su profesión, que no sea apática, dormida, rutinaria, que animada del vivo anhelo de perfeccionarse sepa producir siempre más y mejor, que sintiendose feliz en presencia de los niños confunda su alma con la de ellos, manteniendo esa simpática comunión de afectos que permite, al niño, manifestarse como es, y a la maestra, conocerlo bien.
Se necesita una maestra de verdad tan cumplidora del deber, puntual, activa, laboriosa, tan entusiasta, noble y bondadosa, que su vida predique con los hechos, para templar el caracter de aquel muchacho que la patria reclama con urgencia, una maestra que con sus autoridades y colegas se manifieste siempre recta, de alma abierta y generosa, jamás murmuradora, o desdeñosa; una maestra, que se presente ante sus superiores sin servilismo ni insolencia, que sepa conservarse digna, sin altanería; respetuosa y amable, sin bajeza.
Se necesita una maestra de verdad, que no se averguence de ser maestra; que no tema ser vista por la calle llevando el libro, el cuaderno o el rollo de deberes, que son instrumentos nobles de su noble profesión; una maestra que vista con decoro y elegancia, que sepa que las joyas y encajes sientan bien en la tertulia y el sarao, pero son una nota discordante en la escuela pública, democrática, sencilla y poble.
Se necesita una maestra de verdad que sienta en su alma vibrar un ideal; una maestra que poseída del sentido de la propia nacionalidad, sepa imprimir a su obra sello imborrable de argentinidad, que haga resplandecer en el corazón de aquel muchacho la sagrada llama de la patria amor, de ese patriotismo amplio, sereno y generoso que se hermana con el amor santo de la humanidad, para engendrar con él indisoluble y eterno vinculo de paz"
Aviso publicado en el monitor de la educación común en abril de 1920.
domingo, 14 de febrero de 2010
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